Abel Calero su historia su enfermedad

ABELL

Era jueves, las dos de la tarde y estaba nerviosa, iba a entrevistar a una voz legendaria de la radio difusión nicaragüense, el Periodista Abel Calero Reyes (El Puma) para muchos; maestro de generaciones, había estudiado mucho de él, pero creo que es difícil hablar con un personaje. Dieron las tres y yo parqueaba mi carro frente a su casa, en las casas para el pueblo, cerca de TELCOR, verjas blancas y color verde y cámaras de seguridad por varias partes, digo buenas y no espere mucho, salió rápido una señora morena, hermosa con cabello alborotado, luego supe que era su compañera, me abrió la puerta y muy amable me invito a pasar a adelante.

Me senté en un cómodo sillón negro, de frente en las paredes de su casa cuelgan muchos diplomas y medallas de reconocimiento, cuando al fin sale de su cuarto, con una boina negra, un jeans azul y una camiseta blanca con una foto de una niña y un texto que dice: “para el mejor abuelo del mundo”, se dio cuenta que la miraba y me dijo: “esta es mi nieta Génesis, me la regaló para un cumpleaños, y es que vos sabes que los niños siempre dicen la verdad”, y listo se rompió el hielo, ya lo primero que confirme con esas palabras, es que es un hombre con un gran sentido del humor.

Luego lo primero que me dijo fue, “estoy pelón por la quimio, pero tranquila que la cabeza la tengo bien”, me advirtió que la entrevista tenía que ser rápida porque no se sentía bien por los efectos de su medicina, y listo la primera pregunta, no, no fue mía, como periodista olvido que era el entrevistado y pregunto: ¿Entonces tu nombre completo es? ¿Ya te dieron clases mis hijos en la UdeM? ¿Quién te está dando esta clase?, me sonreí y le respondí a cada una, luego de hacer una introducción de que es lo que quería, le lance sin pensar la primer pregunta, sobre su niñez, con una gran sonrisa miró hacia arriba como buscando recuerdos y me respondió.

De niño era conocido por muchos apodos en las calles del barrio Acahualinca, donde nació, el más conocido, “El Puma” y “El Flaco” por su delgadez y su larga melena, recorría las calles de su barrio, las de Gadalamaria, Santana, el Arbolito y otras vendiendo tortillas desde que era muy niño, pero con un pensamiento bien arraigado en su mente, ser alguien en la vida. 

El segundo de tres hermanos, hijo de José Benito Calero Reyes, un hombre fuerte en su juventud, trabajador del famoso Centro Marte, donde el General Somoza tenía dos Leones como mascotas, lugar donde Abel Calero llegaba de niño todos los días a dejarle la comida a su papá, y su madre; Julia Petrona Reyes Midence, la que recuerda con ojos vidriosos y una gran sonrisa, “Doña Tona, así le tenían que decir, porque no le gustaba el Julia, era una mujer arrecha, trabajadora, muy cuatro de la mañana nos estábamos levantando para ir a moler el maíz y comenzar a trabajar, vendió pan, comida, hizo de todo mi vieja”.

Para Abel Calero la niñez fue, como la de muchos, dice, ayudaba en la casa y se apuraba a vender sus tortillas rápido en las mañanas, para poder ir a la escuela por las tardes, algo que se dificultó más que a otros, siendo hijo de dos personas que nunca pisaron una escuela y no le podían ayudar en sus lecciones, tampoco motivarlo a esta lucha, motivación que encontró en un vecino que le apoyaba hasta con útiles escolares y le pedía cuentas de sus asignaciones escolares, un hombre que en futuro se convertiría en su maestro, el llamado hombre de la mil de la radio difusión, el periodista Oscar Leonardo Montalván.

Estudio su primaria por las tardes y su secundaría en el instituto donde estaban los revoltosos, el Ramírez Goyena, donde se juntó con otros que tenía su mismo pensamiento revolucionario y desde entonces entró a las filas del frente sandinista, “tenía catorce años cuando por primera vez hable en una radio, la famosa radio vanguardia y cuando digo famosa no estoy siendo sarcástico porque al menos los amigos la escuchaban, era una radio que se escuchaba en algunas manzanas nada más, llegaba cansado a la radio y a veces me quedaba dormido, recuerdo que varias veces me quede dormido y me tiraban discos de lomplay y una vez hasta un zapato, porque la canción que estaba sonando ya se había repetido como siete veces y yo bien dormido con unos grandes audífonos en las orejas”.

Por sus convicciones políticas corrió muchos riesgos, “una noche ya estaba el toque de queda y yo estaba aún en la radio, teníamos que movernos a donde mi mama porque teníamos dos días de no comer por andar en acciones del frente, un compañero al que le llamábamos el negro Roberto y Yo, ya no aguantamos y agarramos la moto de aquel negro y nos fuimos, era una motito chiquita y hacía un ruido espantoso y nosotros cagados que nos agarrara la guardia, llegando a Santa Ana que aparece los uniformados y pensamos, ya nos jodieron, pero los jodidos estaban comiendo y solo nos pegaron el grito, y menos mal, la última vez que me habían agarrado me torturaron por dos días y me dislocaron el hombro, aun en las noches de frío me duele”.

En la etapa más dura de la revolución, Calero se destacó en el llamado periodismo de catacumbas, la iglesia del padre Castro asegura que era el lugar donde más llegaba y este último quien más lo protegió, pues en varias ocasiones la guardia lo estaba esperando afuera, pero el padre lo escondía hasta que podía salir sin que su vida corriera peligro. Este afán de informar las verdades, los abusos de la dictadura somocista, lo llevaron a ser parte de los fundadores de Radio Sandino.

Tenía que andarme escondiendo por todas partes porque cuando cubría actividades públicas la guardia me dejaba pasar, pero de noche seguro me iban a matar, al menos eso es lo que siempre me advertían nuestros infiltrados y tuve que vivir en varias casas de seguridad, una de ellas en Monte Tabor, en la casa de doña Olguita, ahí me quede un buen tiempo, ya después hasta una casa alquile para que viviera mi esposa y mis hijos Marlon y Abel que estaban de pocos años.

Participó en la gran jornada de alfabetización, los cortes de café y prestó el servicio militar obligatorio, como corresponsal de guerra para radio Nederland de Holanda ganó un micrófono de oro, por ser reconocido como el segundo mejor periodista de américa latina en ese entonces, uno de los primeros premios internaciones, hoy en día es el periodista nicaragüense más galardonado a nivel internacional y hasta hoy que su vida corre peligro el Estado y las organizaciones lo están colmando de reconocimientos, asegura. 

Luego sentí que me castigaron y es que me promovieron, era director de la dirección de información y prensa de la presidencia, estaba al frente del comando informativo, pero estaba encerrado en una oficina y eso no era lo mío, por eso cuando me llamaron a irme a ser parte del equipo de Canal seis, para mí fue como que me soltaran la rienda. Aunque recuerda que en una manifestación de la oposición lo agredieron fuerte en 1988 y ese mismo año lo agredió un fanático en un autobús de la ruta 116 en el sector de donde hoy es Multicentro las américas.

Ya cuando perdió en frente junto a Carlos Guadamuz y otros compañeros fundamos Radio Ya, no podíamos quedarnos sin trabajo, y por diferencias con el jefe opte por irme al otro medio sandinista, radio la Primerísima en 1993, la que ha sido mi casa, donde he encontrado una gran familia, y ha tocado enterrar a muchos como a el Chino León, La Chilito Lezama y María Elena, la compañera de recepción, y hoy están esperando a ver si yo soy el próximo, me comenta con una sonrisa.

Dice que en febrero de este año ya cumplía casi un año con tos, que siempre iba a pasar consulta y le daban jarabe para la tos, los médicos aseguraban que tenía alergias, pero en ese mes se sentía tan mal que casi se desmayaba mientras trabajaba un fin de semana en la radio (Primerísima), cuando por suerte se topó a un amigo ginecólogo que un colega había invitado a la radio para hablar de un tema de su profesión, este al verlo tan mal lo examino con su estetoscopio y le aseguró que no le funcionaba el pulmón derecho, que debía ir inmediatamente al hospital.

Eran las 4 de la tarde de 18 de febrero cuando lo atendían en el Hospital Carlos Roberto Huembés, en el sector de las piedrecitas, en una sala con seis pacientes más, da gracias a Dios a su amiga, la periodista Martha Oporta que publico en las redes sociales sobre su delicado estado de salud, al día siguiente por órdenes del presidente y la compañera Rosario Murillo lo pasaron a la sala cuatro del privado, donde le dieron una excelente atención hasta que un tres de abril a las ocho y quince minutos de la mañana la Dra. Argelia Fajardo, Oncóloga, le confirmo su diagnóstico, Cáncer de pulmón derecho”.

Hoy está terminando su tratamiento de quimio terapia, un suero cubano llamado Alacrán azul y otras medicinas, dice que está luchando porque quiere ver crecer a sus hijos menores y a sus nietos, dice no tenerle miedo a la muerte, y espera solo la voluntad que Dios.

Con esas palabras terminó la entrevista, estaba muy cansado y no podía hablar más, sentí que aún tenía muchas cosas que preguntarle, pero el tiempo se hace corto con una persona que sabe tanto y habla mucho, espero también que Dios le permita vivir más tiempo y volver a entrevistar al señor de la Radio, el papá de dos de mis docentes, y el maestro de más ochocientos pasantes en los últimos años en la Radio Primerísima, Abel Calero Reyes, el maestro de maestro.

Con una gran sonrisa me despedí de ese personaje y antes de las cinco de la tarde ya estaba manejando por la complicada carretera norte rumbo a mi casa, pensando en muchas formas en las que podía redactar mi trabajo, pero sobre todo en no dejar de lado ningún dato que menospreciara a ese gran periodista.

 

 

Deja un comentario